.José Gregorio De La Rivera vivió y murió en la ciudad de Mérida, Venezuela, en la época colonial. Provenía de una familia pudiente de la ciudad de Bogotá.
Es a quien debes dirigir tus oraciones si quieres recuperar algo que hayas perdido o un dinero que te deban. Pide con fe a José Gregorio Rivera y enciende su vela. Ten por seguro que el objeto aparecerá. También te pagarán lo que te deben y lo que han robado aparecerá.
Estaba casado con Josefa Ramírez, mujer muy hermosa y de abolengo, a la cual celaba de una forma enfermiza. En una ocasión ella huye y se refugia en un convento ubicado en el lugar que hoy ocupa la Plaza del Llano, por el temor que le tenía a su esposo. José Gregorio De La Rivera se dirige al convento a solicitar que le entreguen a su esposa. Las monjas se niegan a ello y él profiere palabras ofensivas. Se dirige a la capilla donde se encuentra el capellán del convento, quien también se niega a entregarla. La señora está protegida por la orden religiosa.
José Gregorio de La Rivera asesina al superior e inmediatamente huye en su brioso caballo del lugar. Sin embargo, sucede algo extraño. Después de estar un día y una noche escapando por campos y cerros cuando vuelve en sí de su arrebato de locura, se encuentra, de nuevo, enfrente de la Iglesia Mayor de Mérida. Gregorio De La Rivera escapa y se esconde en las montañas. Tiempo después regresa y se entrega a las autoridades donde fue juzgado y condenado a muerte.
Más tarde se le aparece a una monja en Bogotá y le hace una revelación. Que él tiene el don de hacer aparecer las cosas perdidas. Empezó a ser un alma venerada, pues la gente le pedía para conseguir los objetos y las deudas que las personas daban como perdidas. Esto llegó a conocimiento del Papa, quien le concedió el don de encontrar las cosas perdidas.
De acuerdo con la tradición popular , después de su muerte, Gregorio Rivera, reveló a una religiosa de Bogotá, que a él se le había concedido la gracia de hacer aparecer las cosas perdidas a quien elevara sufragios por su alma. Desde entonces, sus devotos visitan su tumba y le agradecen o solicitan algún favor. Ellos creen que puede hacer milagros. En 1955, Tulio Fébres Cordero, publicó un libro titulado El alma de Gregorio Rivera , en el que se estudia su vida.»