La historia del Santo Niño de Atocha se remonta al siglo XIII en Atocha (Madrid, España), durante la ocupación musulmana. Cuando Madrid cayó en manos de los invasores, éstos tomaron prisioneros a los hombres. Sólo a los niños les permitían llevar agua y comida a los prisioneros. Las mujeres le rezaron a Nuestra Señora de Atocha, pidiéndole que ayudara a los hombres.
Muy pronto, se comenzó a regar la voz de que un niño pequeño estaba llevando agua y comida a los prisioneros.
Cada vez que iban a rezar, las mujeres notaban que el niño en brazos de la virgen tenía los zapatitos sucios. Se los cambiaban, y al otro día lo encontraban con los zapatos sucios una vez más. La gente de Atocha llegó a la conclusión de que el niño desconocido que ayudaba a los prisioneros era el infante Jesús, el Santo niño de Atocha, a quien su madre había enviado a salvarlos.
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